Saint-Félix-de-Sorgues

Saint-Félix-de-Sorgues, un tesoro medieval a orillas del Sorgues

Saint-Félix-de-Sorgues ofrece un panorama impresionante del valle verde del Sorgues, un entorno natural salpicado de piedras cargadas de historia.

Aquí, cada callejuela cuenta una historia: los restos de antiguas fortificaciones medievales, la puerta fortificada, la iglesia románica y las casas con carácter componen un decorado auténtico, lleno de encanto y de memoria centenaria.

 

Una memoria hospitalaria grabada en la piedra

En las tranquilas callejuelas de Saint-Félix-de-Sorgues se esconden las huellas de un pasado prestigioso: el de la commanderie de los Caballeros de San Juan de Jerusalén.
Fundada alrededor de 1150, esta encomienda fue un importante centro de poder espiritual y económico, cuya influencia se extendía mucho más allá del valle del Sorgues.
Situada al sur de la actual iglesia (reconstruida en el siglo XIX), la commanderie vivió un gran esplendor durante la Edad Media, antes de ser parcialmente destruida durante las guerras de Religión en los siglos XVI y XVII, un periodo marcado por intensos conflictos entre católicos y protestantes que transformaron profundamente la historia local.

Hoy, al recorrer las callejuelas silenciosas, podrán descubrir poderosos vestigios de esa época gloriosa:

  • Dos torres en ruinas, centinelas del pasado
  • Un lienzo de muralla medieval de 1438, visible en la parte sur del pueblo
  • Y la puerta de Saint-Jean, último vestigio intacto del recinto fortificado, por donde se accedía a la commanderie

Un viaje fascinante a una Edad Media aún viva y presente.

Saint-Caprazy, una aldea medieval resucitada

A pocos pasos del pueblo, Saint-Caprazy les abre las puertas de una aldea medieval fuera del tiempo.
Antigua dependencia de la encomienda hospitalaria de Saint-Félix-de-Sorgues, este sitio, dormido desde 1949, ha recobrado vida piedra a piedra gracias a una increíble aventura colectiva.
Entre casas restauradas de los siglos XII y XIV, un taller tradicional, un palomar y panoramas rurales, descubrirán un patrimonio rural excepcional, galardonado con el Loto del Patrimonio y el Primer Premio Departamental del Patrimonio.

Conozcan a Bruno, tornero en madera

En el corazón de esta aldea recuperada, Bruno Chartier les abre las puertas de su taller CapStyleBois.
Apasionado y apasionante, les iniciará en el arte del torneado en madera, entre gestos precisos y materiales vivos.
Lámparas, tapones, bolígrafos, vajillas o candelabros: cada pieza es única, hecha a mano, inspirada en este lugar lleno de alma.
Asistir a una demostración en este taller cálido es vivir un encuentro auténtico con un artesano y su territorio.

Senderismo, naturaleza y silencio preservado

Saint-Félix-de-Sorgues es un verdadero santuario para los amantes del senderismo.
Antiguos caminos de pastores, bordeados de boj, los guían por paisajes grandiosos y secretos naturales.
Cinco rutas señalizadas parten del pueblo y les invitan a explorar, a su ritmo, los magníficos paisajes del valle del Sorgues.
Ya sea que disfruten de paseos tranquilos o de caminatas más deportivas, cada circuito ofrece una inmersión total en la naturaleza y en la historia del territorio.
De 4 a 15 km – Entre 1h30 y 4h30 de marcha – Nivel fácil a moderado.

Entre los paisajes más destacados:

  • La Abadía de Nonenque, discreta y espiritual, escondida en un valle aislado
  • El valle sinuoso del Sorgues, donde el agua murmura entre los guijarros
  • Las mesetas de Guilhaumard y La Loubière, verdaderos tesoros de biodiversidad
  • Y la Quille du Berger, misteriosa aguja de piedra erguida en el paisaje como una señal de otros tiempos

Cada sendero es una promesa de descubrimiento, de serenidad y de asombro.

Nota: Los recorridos se pueden descargar desde la aplicación o el sitio web rando.parc-grands-causses.fr

Más que un decorado, una experiencia

Ya sea por la historia, la naturaleza, el patrimonio rural o las personas que encontrarán, Saint-Félix-de-Sorgues ofrece mucho más que un simple lugar bonito: ofrece una experiencia.
Aquí, uno se ralentiza de forma natural.
Se camina, se observa, se comparte.
Se deja atrás el día a día para saborear la verdadera simplicidad de un pueblo del Aveyron, vibrante de memoria y de belleza.